jueves, 18 de octubre de 2012

Cuidado y te da un beri beri...


Beri beri, soponcio, patatús, yeyo y pare usted de contar...

¿Por qué será que en castellano (o español, lo dejamos al gusto del consumidor), se utilizan tantas palabras de origen desconocido y siniestro para definir lo que clínicamente se conoce como desmayo, lipotimia o síncope?

Ya estamos claros en que al hispanoparlante le encanta esto de jugar con las palabras, invertirlas, mezclarlas, moldearlas y juguetear con ellas. El venezolano en especial (no hablo de otros latinoamericanos por desconocimiento de causa pero eso no quita que lo hagan también), siente una exagerada fascinación por utilizar el lenguaje como una herramienta poderosa que le permita aplicar constantemente (y en ocasiones en demasía) el doble sentido. No es lo que digas, sino cómo lo dices. Lo que está implícito en cada una de tus palabras puede ser y será usado en tu contra, ¡así que mucho cuidado! Pero, ¿qué tiene eso que ver con el tema en cuestión? En realidad nada, más allá de nuestro gusto particular por recortar y pegar palabras para hacer otras, pero ya saben que cuando uno escribe así como yo, directo de la cabeza al papel (o en este caso el teclado) cualquier cosa puede pasar. Así que mis disculpas y vuelvo al inicio y a lo que me trajo aquí el día de hoy: de dónde salieron tantas palabras para definir una misma cosa.

Cuidado y te da un beri beri...

Esa es una frase típica de abuelita, pero la realidad es que el significado real de beri beri no es nada agradable. El beriberi es una enfermedad producida por falta de vitamina B1 y aunque la hay de varios tipos: adulto e infantil, todas son terribles y desencadenan en cosas como confusión, debilidad, dolor, vómitos, taquicardia, dificultad para respirar, convulsiones y un largo etcétera, lo que explica que sirva para denominar cualquier "beri beri" (o cosa extraña cuyo nombre no podemos precisar) que le pueda dar a uno. 

Según los datos que he logrado recabar, el origen del término no se tiene del todo claro (como suele suceder).  Algunos dicen que la palabra proviene del singalés: beri=no puedo, otros que viene del árabe=bhur bhari, asma de marinero. Sea cual sea el origen real de la palabra, un beri beri es una vaina horrible, ¡así que zape! (Aunque por aquí lo usen para denominar cualquier "vaina").

¡A éste ya le dio el soponcio!

Ésta también es una de esas frases típicas de abuelita que, afortunadamente, no implica nada tan complejo y atroz como el beri beri. El soponcio se refiere simplemente a un desmayo, así que podríamos decir que son sinónimos.  La diferencia con otros términos como el yeyo o patatús que explicaré más adelante, radica en que el soponcio viene provocado por un gran susto. Algo como que el viejo se enteró que la hija de 15 años quedó embarazada, o que le robaron el carro, o hasta que se pegó el Kino. ¡Todo puede pasar!

 La etimología de la palabra en este caso también es incierta. Hay dos versiones comúnmente aceptadas. La que puede interpretarse como más jocosa, es la que dice que soponcio viene del vocablo latino vulgar sopio que significaría pene. ¿Y la relación del pene con el soponcio? Pues resulta que ese típico dibujito que garabateaban los niños y adolescentes del sexo masculino a diestra y siniestra en sus cuadernos, libros, cartucheras, y demás utensilios escolares tiene su origen en la antigua Roma y lleva por nombre sopio. (Se aprende cada cosa, ¿no?). Ajá, ya sé, ¿pero cómo llega esto a lo del soponcio? se preguntarán. Ya voy para allá. Pues nuestros queridos amigos romanos, al igual que nuestros niños en edad escolar de hoy en día, se divertían mucho dibujando sopios por todas partes. Se rumorea que el soponcio era lo que le daba a las féminas al ver esos sopios gigantes pintados, pues llegaban a asustarse (yo diría más bien a escandalizarse). El poeta satírico Gaius Valerius Catullus escribió: frontem tabernae sopionibus scribam (Dibujaré sopios frente a la taberna). Estaría arrecho por la atención, quizás. Y bien dice uno de los más de 20.000 graffitis de Pompeya: ut merdas edatis qui scripseras sopionis. (Que coman mierda aquellos que dibujen sopios). O quem non pudet et rubet, non est homo, sed sopio (El que se avergüenza y se ruboriza, no es hombre, es sopio). Para mí como que sopio es "guevón", no sé, digo yo. En fin... 
 
La otra hipótesis indica que la palabra viene del cruce de otras dos: sopetón, que viene de la palabra latina subĭtus (súbito), y la también latina responsio (respuesta).  Como nota curiosa han de saber que soponcio también significa una sopa mal hecha. Así que ya pueden quejarse ante la abuelita si el soponcio les provocó un soponcio.

¡Si no tienes cuidado, te va a dar un patatú!

La palabra patatú de por sí sola ya causa risa. ¿Cuál será esa pasión que tenemos con la cacofonía? Esta palabra es de uso extendido en todos los países de habla hispana o en la mayoría de ellos, y normalmente va acompañada de una s final (patatús) pero como en Venezuela nos encanta comernos las "S" (entre otras letras), para nosotros ha quedado como patatú. Esencial es informarles antes que cualquier otra cosa, que el patatús o patatú es más grave que el soponcio y el beri beri. O en otras palabras, un beri beri o soponcio desencadena en patatús. Además, la palabra es onomatopéyica porque reproduce el ruido que hace la persona al caer o desmayarse. Qué creativos somos, ¿verdad?  Según el DRAE patatús proviene de pata: pie o pierna de un animal. ¿Y cómo se relaciona eso con que te de algo? Ni idea, supongo que del hecho de perder la pata y caerse, creo que por ahí va la cosa. El caso es que al menos suena graciosa, así que esperemos que su uso no pase a mejor vida. Por cierto que en mi investigación al respecto encontré un poema del poeta y periodista español Manuel Bretón de los Herreros que se llama El patatús, y aquí se los dejo:

Cuando veo á un artillero 
Con fachenda y sin dinero, 
Y requiere el chafarote,
Retorciéndose el bigote 
Más terrible que un obús, 
¡Ay Jesús, ay Jesús! 
¡Que me da, que me da el patatús

No me altero ni me asusto 
Cuando el Conde hace mi gusto, 
Mas si un día al señor Conde
Pido plata, y me responde. 
Ten paciencia, que no hay mus,
¡Ay Jesús, ay Jesús! 
¡Qué me da, que me da el patatús

Y finalmente, ¿qué hay del famoso yeyo?

Han de saber que la palabra yeyo es exclusivamente nuestra, es decir, originaria de Venezuela (o eso dicen algunos por ahí). El yeyo parece ser el menor mal de todos (afortunadamente), pues su definición se apoya en la causa y no la consecuencia: el yeyo te da por no comer o por aguantar mucho sol, o por la combinación de ambas. Algo típico si saliste temprano a hacer diligencias en este país y te dan las 4 de la tarde y no has podido ni desayunar. Ahora, ¿a quién no le ha dado un yeyo alguna vez?

Después de este corto paseo por los sinónimos más coloquiales de desmayo que tenemos, finalmente sólo me resta advertirles que también existen los yeyos, beri beris o soponcios ficticios, es decir, aquellos que no tiene su origen en nada más que manipular a alguien para conseguir algún fin siniestro (muy aplicado por las mamás o señoras mayores para recibir la atención de sus hijos). Así que tengan cuidado, ya sea de los soponcios, yeyos, beri beris y patatús reales o ficticios, porque al final lo que más puede dolernos es la cuenta del hospital.