martes, 20 de noviembre de 2012

Argumento #1

Cachito es un joven de 26 años que desea hacer una película, sin embargo esto ha demostrado ser todo un reto. A pesar de tener mucho que decir, no sabe cómo hacerlo. Nadie colabora, ni sus amigos ni sus padres, quienes no le permiten desarrollar su capacidad creativa al estar constantemente exigiéndole que encuentre un empleo y empiece a "hacer algo". Xavi, su mejor amigo, le propone irse a vivir con él por un par de semanas, después de todo puede hacerle compañía mientras sus padres regresan de su segunda luna de miel. 

Lo que Cachito pensó que sería la solución a sus problemas se convierte en un infierno. No le es fácil ocultarle a Montse (la novia de Xavi), la existencia de Patri (la amante de Xavi), sobre todo porque no dejan de cruzarse en los pasillos del edificio. Tener que lidiar con las interminables fiestas (y correspondientes borracheras), ha pasado de ser una diversión a un problema. Mercedes sigue sin prestarle la más mínima atención, a pesar de que la persigue silenciosa pero constantemente desde sexto de primaria, y ya no quedan billetes dentro del cajón de la mesita de noche de la madre de Xavi, ora vez sin un duro.

Las desastrozas vidas de sus amigos no tienen nada de interesante y a la vez lo tienen todo. Mientras el mundo avanza y evoluciona, su película no. 

Durante una más de las tantas fiestas en casa, y después de haber bebido bastante más de la cuenta, Cachito decide finalmente declarársele abiertamente a Mercedes, haciendo una escena que, para vergüenza de la chica, no pasa desapercibida por ninguno de los presentes, y provocando al mismo tiempo que Montse descubra la relación afectiva entre Xavi y Patri. Se arma el pandemonio, y Cachito sale corriendo, filmadora en mano, bajo la lluvia torrencial. Sintiéndose desesperado, Cachito no para de grabar y grabar, recorre durante la madrugada las calles que lo han visto crecer, en una búsqueda frenética de algo.

Rebeca, su amiga de toda la vida, y quien se encontraba en la fiesta, le ha enviado un mensaje al móvil. Después de mucho meditarlo, cachito se decide a leerlo, y quedan en pasar por casa de Rebeca. Cachito come en silencio una sopa de fideos de caja que le ha preparado Rebeca en el microondas. Por un buen rato no se dicen ni una palabra, ¿para qué? si entre ellos nunca han hecho falta. Finalmente, deciden acercarse a la playa. Está amaneciendo, y mientras bordean la orilla del mar, Cachito comprende que no necesita buscar desesperadamente lo que siempre ha tenido a su lado. 

 

jueves, 18 de octubre de 2012

Cuidado y te da un beri beri...


Beri beri, soponcio, patatús, yeyo y pare usted de contar...

¿Por qué será que en castellano (o español, lo dejamos al gusto del consumidor), se utilizan tantas palabras de origen desconocido y siniestro para definir lo que clínicamente se conoce como desmayo, lipotimia o síncope?

Ya estamos claros en que al hispanoparlante le encanta esto de jugar con las palabras, invertirlas, mezclarlas, moldearlas y juguetear con ellas. El venezolano en especial (no hablo de otros latinoamericanos por desconocimiento de causa pero eso no quita que lo hagan también), siente una exagerada fascinación por utilizar el lenguaje como una herramienta poderosa que le permita aplicar constantemente (y en ocasiones en demasía) el doble sentido. No es lo que digas, sino cómo lo dices. Lo que está implícito en cada una de tus palabras puede ser y será usado en tu contra, ¡así que mucho cuidado! Pero, ¿qué tiene eso que ver con el tema en cuestión? En realidad nada, más allá de nuestro gusto particular por recortar y pegar palabras para hacer otras, pero ya saben que cuando uno escribe así como yo, directo de la cabeza al papel (o en este caso el teclado) cualquier cosa puede pasar. Así que mis disculpas y vuelvo al inicio y a lo que me trajo aquí el día de hoy: de dónde salieron tantas palabras para definir una misma cosa.

Cuidado y te da un beri beri...

Esa es una frase típica de abuelita, pero la realidad es que el significado real de beri beri no es nada agradable. El beriberi es una enfermedad producida por falta de vitamina B1 y aunque la hay de varios tipos: adulto e infantil, todas son terribles y desencadenan en cosas como confusión, debilidad, dolor, vómitos, taquicardia, dificultad para respirar, convulsiones y un largo etcétera, lo que explica que sirva para denominar cualquier "beri beri" (o cosa extraña cuyo nombre no podemos precisar) que le pueda dar a uno. 

Según los datos que he logrado recabar, el origen del término no se tiene del todo claro (como suele suceder).  Algunos dicen que la palabra proviene del singalés: beri=no puedo, otros que viene del árabe=bhur bhari, asma de marinero. Sea cual sea el origen real de la palabra, un beri beri es una vaina horrible, ¡así que zape! (Aunque por aquí lo usen para denominar cualquier "vaina").

¡A éste ya le dio el soponcio!

Ésta también es una de esas frases típicas de abuelita que, afortunadamente, no implica nada tan complejo y atroz como el beri beri. El soponcio se refiere simplemente a un desmayo, así que podríamos decir que son sinónimos.  La diferencia con otros términos como el yeyo o patatús que explicaré más adelante, radica en que el soponcio viene provocado por un gran susto. Algo como que el viejo se enteró que la hija de 15 años quedó embarazada, o que le robaron el carro, o hasta que se pegó el Kino. ¡Todo puede pasar!

 La etimología de la palabra en este caso también es incierta. Hay dos versiones comúnmente aceptadas. La que puede interpretarse como más jocosa, es la que dice que soponcio viene del vocablo latino vulgar sopio que significaría pene. ¿Y la relación del pene con el soponcio? Pues resulta que ese típico dibujito que garabateaban los niños y adolescentes del sexo masculino a diestra y siniestra en sus cuadernos, libros, cartucheras, y demás utensilios escolares tiene su origen en la antigua Roma y lleva por nombre sopio. (Se aprende cada cosa, ¿no?). Ajá, ya sé, ¿pero cómo llega esto a lo del soponcio? se preguntarán. Ya voy para allá. Pues nuestros queridos amigos romanos, al igual que nuestros niños en edad escolar de hoy en día, se divertían mucho dibujando sopios por todas partes. Se rumorea que el soponcio era lo que le daba a las féminas al ver esos sopios gigantes pintados, pues llegaban a asustarse (yo diría más bien a escandalizarse). El poeta satírico Gaius Valerius Catullus escribió: frontem tabernae sopionibus scribam (Dibujaré sopios frente a la taberna). Estaría arrecho por la atención, quizás. Y bien dice uno de los más de 20.000 graffitis de Pompeya: ut merdas edatis qui scripseras sopionis. (Que coman mierda aquellos que dibujen sopios). O quem non pudet et rubet, non est homo, sed sopio (El que se avergüenza y se ruboriza, no es hombre, es sopio). Para mí como que sopio es "guevón", no sé, digo yo. En fin... 
 
La otra hipótesis indica que la palabra viene del cruce de otras dos: sopetón, que viene de la palabra latina subĭtus (súbito), y la también latina responsio (respuesta).  Como nota curiosa han de saber que soponcio también significa una sopa mal hecha. Así que ya pueden quejarse ante la abuelita si el soponcio les provocó un soponcio.

¡Si no tienes cuidado, te va a dar un patatú!

La palabra patatú de por sí sola ya causa risa. ¿Cuál será esa pasión que tenemos con la cacofonía? Esta palabra es de uso extendido en todos los países de habla hispana o en la mayoría de ellos, y normalmente va acompañada de una s final (patatús) pero como en Venezuela nos encanta comernos las "S" (entre otras letras), para nosotros ha quedado como patatú. Esencial es informarles antes que cualquier otra cosa, que el patatús o patatú es más grave que el soponcio y el beri beri. O en otras palabras, un beri beri o soponcio desencadena en patatús. Además, la palabra es onomatopéyica porque reproduce el ruido que hace la persona al caer o desmayarse. Qué creativos somos, ¿verdad?  Según el DRAE patatús proviene de pata: pie o pierna de un animal. ¿Y cómo se relaciona eso con que te de algo? Ni idea, supongo que del hecho de perder la pata y caerse, creo que por ahí va la cosa. El caso es que al menos suena graciosa, así que esperemos que su uso no pase a mejor vida. Por cierto que en mi investigación al respecto encontré un poema del poeta y periodista español Manuel Bretón de los Herreros que se llama El patatús, y aquí se los dejo:

Cuando veo á un artillero 
Con fachenda y sin dinero, 
Y requiere el chafarote,
Retorciéndose el bigote 
Más terrible que un obús, 
¡Ay Jesús, ay Jesús! 
¡Que me da, que me da el patatús

No me altero ni me asusto 
Cuando el Conde hace mi gusto, 
Mas si un día al señor Conde
Pido plata, y me responde. 
Ten paciencia, que no hay mus,
¡Ay Jesús, ay Jesús! 
¡Qué me da, que me da el patatús

Y finalmente, ¿qué hay del famoso yeyo?

Han de saber que la palabra yeyo es exclusivamente nuestra, es decir, originaria de Venezuela (o eso dicen algunos por ahí). El yeyo parece ser el menor mal de todos (afortunadamente), pues su definición se apoya en la causa y no la consecuencia: el yeyo te da por no comer o por aguantar mucho sol, o por la combinación de ambas. Algo típico si saliste temprano a hacer diligencias en este país y te dan las 4 de la tarde y no has podido ni desayunar. Ahora, ¿a quién no le ha dado un yeyo alguna vez?

Después de este corto paseo por los sinónimos más coloquiales de desmayo que tenemos, finalmente sólo me resta advertirles que también existen los yeyos, beri beris o soponcios ficticios, es decir, aquellos que no tiene su origen en nada más que manipular a alguien para conseguir algún fin siniestro (muy aplicado por las mamás o señoras mayores para recibir la atención de sus hijos). Así que tengan cuidado, ya sea de los soponcios, yeyos, beri beris y patatús reales o ficticios, porque al final lo que más puede dolernos es la cuenta del hospital.




jueves, 23 de agosto de 2012

Te nos fuiste, principito...

El día de hoy recibí la triste noticia de que mi querido perro Milou falleció. Tenía 16 años y 7 meses, lo cual es una vida larga para un perro, y más para un Cocker Spaniel.

Siempre he considerado que en el mundo hay dos clases de personas, a las que les gustan los animales y las que no. Normalmente me llevo bien con los primeros, los segundos siempre tienen algo que me da como mala espina, no sé. Quizás sea porque si nosotros como animales no somos capaces de apreciar otras especies es porque hay algo que no va muy bien con nosotros. Bueno, esto no son más que teorías locas mías, pero todo es válido en este mundo.

Volviendo al tema de este post, hoy nos dejó mi Milou. Obviamente mi primera reacción ha sido llorar, ¿cómo no hacerlo? Milou compartió cada uno de los instantes emblemáticos de mi vida desde que tenía 16 años. En otras palabras, ha estado ahí siempre. Ahora, mi segunda acción ha sido ponerme a ver las fotos que a lo largo de los años fui tomando de Milou y su participación total y absoluta en nuestra vida familiar. La frase cliché de "la mascota es un miembro más de la familia" será cliché pero es 100% cierta. No hay instante de mi viaje por memory lane que no incluya a Milou.

Todos consideramos que nuestra mascota es la mejor del mundo, y yo no soy la excepción. Y como hoy es el día en que Milou tuvo que dejarnos, quiero compartir con todo aquel que desee leer, las características mágicas y únicas que hicieron de él el mejor perro del mundo, el mejor perro que mi familia podía tener, y nos hizo a nosotros la mejor familia que Milou podía tener. Así que eso fue un ganar-ganar.

Los inicios...

Milou llegó a nuestras vidas como llegan la mayoría de las mascotas a los brazos de sus dueños, por pura casualidad. (En esta vida se dan toda esa serie de causales-casuales para hacer de tu vida algo mágico). Yo estaba en 8vo grado, y una compañera de clases tenía una perrita cocker que había cruzado (no sé si por interés de los dueños o puro interés de los perros) con un terrier y habían tenido una camada de unos 6 u 8 perritos. La verdad no recuerdo exactamente cuántos eran, el punto es que los perritos tenían poco menos de 6 meses y su familia no había podido vender ninguno. Como les preocupaba el enorme gasto que implicaba el tener a tantos perros pequeños (en especial por las vacunas), la mamá de mi compañera de clases decidió regalar a los perritos, y qué mejor que ofrecerlos en el colegio. Así que mi amiga llegó un día a clases con varias fotos de los cachorritos en cuestión. A mí no me dejaban tener perro. Toda mi vida había adorado a los animales, en especial a los perros, pero en mi casa no querían regalarme uno por más que intentaba persuadirlos. No es que a mis padres no les gustaran los perros, por el contrario, les encantaban y les siguen gustando (animal lovers), pero ya saben que cuando uno es niño solo quiere al perro porque sí, pero no piensa en las necesidades que requiere el perro ni en los problemas que pueda causar, uno lo quiere y ya. En fin, volviendo a la historia de cómo llegó Milou a nuestras vidas, efectivamente en mi casa estaban negados a tener perro. Vivíamos en un apartamento, y aunque no era pequeño, mis padres insistían en que un perro necesita vivir en una casa, que el perro tiene necesidades, etc. El caso fue que yo, en un arranque de desesperación adolescente absoluta me dije: "¡Es ahora o nunca!" y viendo las fotos de los cachorritos que llevó mi amiga al colegio, le señalé el que más me gustó de todos y le dije: ¡Ese es el mío! "Chevere, mañana te lo traigo", me contestó ella. Y así fue, así de simple. Bueno, así de simple no, después llegaron los ruegos para lograr convencer a mis padres de que Milou se quedara. Pero no seguiré adelantandome al relato, le dije a mi amiga que me trajera al cachorrito marrón claro, (lo que durante todos los años de vida de Milou se llamó color champán) y a la mañana siguiente me lo trajo con todo y pote para comer, certificado de nacimiento y certificados de vacunación. Milou era un cachorrito precioso y estaba aterrado, temblaba de miedo el pobre. Mi plan de acción era limitado, pedí el perro, me lo trajeron, incluso me llevaron con él hasta la casa, pero de ahí en adelante no había más plan. Así que nada, subí con Milou y entré a la casa y ya. Por supuesto que mis padres pusieron el grito en el cielo. Que lo devolviera, que no se podía quedar, etc. pero bastó un par de ruegos y ver a Milou para derretirse, así que mi papá dio el visto bueno y lo demás es historia. 16 años y 7 meses de recuerdos y de felicidad infinita.

Aprendiendo todos un poco...

Milou nunca fue un perro educado, no es que fuera un loco desastroso, lo que quiero decir es que nunca fue a la escuela de perros. Ya saben, esos sitios en los que les enseñan a hacer un par de trucos por una recompensa que generalmente se traduce en comida. A Milou lo dejamos ser, sin embargo él aprendió cosas que nadie podría haberle enseñado. Milou reconocía el motor del carro de mi hermano y después, cuando yo tuve el mío, el de mi carro. Cuando lo escuchaba sabía que al asomarse a la ventana de mi habitación vería llegar el carro y al vernos bajar y entrar al edificio, corría hacia la puerta principal para esperarnos. No hubo un solo día en que Milou no nos recibiera a cada uno de los miembros de la familia en la puerta. Eso, señores, es invaluable.

Indudablemente, también reconocía el timbre y el intercomunicador, lo que creo que no tuvo muy claro es que no todo el que entraba por la puerta principal del edificio venía para la casa. Le encantaba sentarse en una silla del balcón y ver hacia afuera. Veía los carros pasar, la gente, otros perros. En ocasiones les ladraba. Si pasaba una ambulancia aullaba. Cuando no entendía volteaba la cara de un lado a otro. A mi hermano y a mí nos encantaba que hiciera eso, pero no lo hacía con mucha frecuencia.

Cuando hacía algo que sabía que no debía hacer solía esconderse debajo de las mesas de la sala o del comedor. Con el tono de voz que usaba al llamarlo, él ya sabía que le venía un regaño, pero de todos modos también sabía que el regaño no iba a durar mucho, así que no es que fuese una gran tragedia para él. 

Sus nombres...

Milou era su nombre oficial, pero sobrenombres tuvo miles, Miloucito, Miloutinovich, Puppy, chicho, guby, entre otros, cada miembro de la familia le tenía su apodo, y él respondía a todos.Claro, Milou se le decía sólo cuando le tocaba regaño, y como eso lo sabía muy bien, detestaba que lo llamaran por su nombre.

Un par de anécdotas...

Milou era el típico perro que ponía cara de perro triste cuando estabas en la mesa para conseguir (casi siempre era así, sobretodo con mi mamá que es la más alcahueta) que le dieras comida. En una ocasión, mientras mi mamá iba a llamar a mi papá para avisarle que tenía la comida en la mesa, a Milou se le ocurrió la maravillosa idea de subirse a la mesa y comerse la carne del plato de mi papá. Así que así lo encontró mi papá,  con las cuatro patas en la mesa y con  las manos en la masa (o el hocico en el plato). Supongo que no pudo dejar pasar una oportunidad como aquella. Mi papá estaba histérico, se quedó sin almuerzo, Milou con la barriga llena y feliz, tremendo filete el que se comió, y mi mamá y yo muertas de la risa.

Como sabrán, el cocker spaniel es una raza de perros cazadores, por lo que su instinto lo lleva a cazar. Era frecuente que en la casa entraran pajaritos por el balcón. Cuando eso pasaba Milou se ponía como loco, corría de un lado a otro persiguiendo al ave. En una ocasión atrapó al pajarito. Mi mamá y yo estábamos ahí, lo regañamos, yo intenté abrirle las mandíbulas con las manos pero me fue imposible hacerle abrir la boca. Finalmente soltó el pájaro y me lo entregó, como un trofeo lo puso a mis pies. El pobre nunca entendió por qué lo regañábamos, pues él no había hecho más que cazar para mí.

 Mi príncipe, te quiero....

Milou fue un perro miembro de una familia como cualquier otro, pero sin duda fue el mejor perro del mundo para mí y mi familia, el más especial, el más cariñoso, el más hermoso, el más todo. Porque esa es la magia de tener una mascota, alguien que sabes que siente por ti lo mismo que sientes por él y que nunca te va a fallar.

Por último, este día en que se me ha ido mi príncipe sólo me queda decirles esto: Díganle siempre a sus mascotas lo mucho que las quieren, puede que no entiendan las palabras, pero el amor que expresarán al hacerlo siempre lo entenderán. Ese es el lenguaje universal que usamos para comunicarnos con nuestras mascotas y que sin duda entienden. El amor que existe entre una mascota y su familia es algo que sólo entienden quienes lo viven. Así que disfruten de la compañía, el cariño y la alegría infinita que les brinda día a día su mascota, y retribuyanle todo eso con mucho mucho amor.

Milou, te quiero y te querré siempre. Como tú, ninguno.






martes, 24 de julio de 2012

Como apagar un despertador


 El objeto en cuestión...

Todos conocemos esos molestos artefactos que necesariamente mantenemos con nosotros, esos objetos a los que llamamos despertador. Los podemos encontrar en varias versiones: grandes, pequeños, redondos, cuadrados, etc. y en los más variados modelos: modernos, rococó, clásicos, electrónicos, y un largo etc. También vienen con una gran variedad de tonos; unos más exasperantes que otros: Tonos que van desde el clásico ring-ring, pasando por el pi-pi-pi-pi-piiiiiip, hasta aquellos que hacen sonar la canción de tu preferencia, tu estación de radio favorita o incluso un mensaje creado por ti.


 ¿Feliz despertar?

Sean cuales sean las ventajas de éste, el artefacto seguirá siendo objeto de desprecio por parte de su dueño, por lo que nos encontramos ante una relación como se ven muchas por ahí, una relación de amor-odio. Piénsenlo, ¿quien no lo ha vivido? ¿Quién de ustedes no mantiene esta relación de amor-odio con su despertador? Vamos, quien no lo haya hecho, que lance la primera piedra.

La razón de ese profundo odio y desprecio no es más que el fluir de esa rabia que se almacena en nosotros al reconocer que ese objeto -lamentablemente tan necesario- está impidiendo el libre curso de nuestras indispensables y muy tristemente perdidas horas de sueño.

 El método:

Todos hacemos uso de métodos muy eficaces para callar a la terrible bestia y continuar disfrutando de nuestro cuento de hadas (o cruel pesadilla, en el mundo de los sueños todo es posible), pero el método varía en función de las características del despertador. Es muy simple. Por ejemplo, si se trata de un pequeño despertador, se recurre al método clásico que consiste en simplemente movilizar el brazo lenta y cuidadosamente hasta la mesita de noche, levantar delicadamente el despertador, y arrojarlo con fuerza contra la pared opuesta a la cama (esto último para evitar rebotes no deseados). A hacer esto, el silencio tomará posesión del recinto, lo cual le dará al sueño una gran entrada triunfal. Este método, aunque muy eficaz, suele acarrear problemas de bolsillo, debido al constante reemplazo del despertador.

Si se trata de una maquinaria más moderna, el método debe adaptarse a los avances tecnológicos del objeto fruto del infortunio matutino. Algunos vienen con un "snooze" incorporado, que no es más que un botón que alivia momentáneamente nuestra pena, pero hay que tomar en cuenta que la paz sólo dura unos minutos, y luego la pesadilla vuelve a comenzar, así que no puede considerarse como una solución al problema.

En resumen...

Sea cual sea el método empleado para acallar al nefasto artefacto que nos molesta todas las mañanas, está claro que siempre tendremos la posibilidad de emplear otra opción, y se trata de una elección muy sencilla y 100% eficaz: prescindir de él. Aunque esto último nos acaerrá un nuevo problema: la imposibilidad de llegar a tiempo a nuestro destino, pero eso ya no es asunto de este post, así que lo dejamos para mañana. Ya me ha dado sueño, menos mal que es día feriado y no necesito poner mi despertador.

P.D. Por cierto, el mío suena como un rasgueo de guitarra, ¿qué hay del tuyo?

miércoles, 29 de febrero de 2012

El día que no existe...

Hay un día al año que normalmente no aparece en el calendario (al menos en el gregoriano y el juliano), cada cierto tiempo asoma la cabeza para traernos algún regalo cada 4 años. Ese día viene a aparecer para alegrarme infinitamente y llenarme de energía. :) ¡Bienvenido 29 de febrero, siempre te espero con ansias!!!!!

Ahora la pregunta de las cincuenta mil lochas: ¿Por qué tenemos en el calendario gregoriano, que es el calendario de mayor uso a nivel mundial y por el cuál nos regimos mundialmente, (sin menospreciar al juliano, hebreo, budista, chino, hindú, japonés, musulmán, maya [este último no me gusta porque se acaba pronto, uyyyyyy], persa, azteca, y un largo etc.), un día extra cada cuatro años?

El 29 de febrero fue un dia agregado al calendario por la reforma juliana, la cual tenía al pobre mes de febrero con piches 28 días. (Más pichirres con el pobre Februarius). Decidieron para corregir el desfase que venía arrastrando el calendario romano agregar un segundo día 24 de februarius cada cuatro años, para tener años de 365 días y cada cuatro años uno de 366. A ese 24 de febrero extra (no sé por qué insertarlo ahí y ponerle 24 también, pero bueno, como que los consejeros de Julio César estaban medio locos), lo llamaron ante diem bis-sextum kalendas martias de ahí viene el nombre de bisiesto. Bisextum porque era el 6 antes de Calendas. (Para quien no sepa qué es Calendas a eso le dedicamos otro artículo). Cabe destacar que lo consideraban parte del 24, y era un día doble, es decir, un día de 48 horas (como que a veces todos necesitamos uno de esos para que nos alcance el día, ¿verdad?). No fue sino hasta la Edad Media que los días del mes pasaron a llamarse en números consecutivos y el bisiesto pasó de ser una inserción, al último día del mes de febrero. :)

Curiosidades legales:

En el Reino Unido y Hong Kong, alguien nacido el 29 de febrero adquiere su mayoría de edad el 1 de marzo del año en que cumpla 18 años, en Nueva Zelanda, la fecha legal es el 28 de febrero.

En la Unión Europea el 29 de febrero se convirtió en el día bisiesto oficialmente en el año 2000. (Antes de eso no tengo idea de cómo hacían, menos mal que no nací en ningún país de la unión entonces porque en ese caso como que no existiría legalmente, vaya problema).

En Irlanda, los bebés nacidos el 29 de febrero reciben un premio de cien euros. (Papá, ¿por qué no nací en Irlanda?).

A las personas que nacen el día 29, se les denomina "Leapers", palabra extraída del término "Leap year", año bisiesto en inglés. So I´m a leaper. LOL

¿Y qué hay del 30 de febrero?

Ya sabemos que con febrero fueron bien egoístas y lo dejaron con 28 días, (y con el maravilloso 29 cada cuatro años), ¿pero qué me dicen del 30 de febrero? Sí, aunque no lo crean, han existido tres 30 de febrero.

En febrero de 1712 el calendario sueco agregó dos días 29 para poder ajustar su pase del calendario juliano al gregoriano. (Yo hubiese tenido doble cumpleaños!!!!!!!)

En 1929 la Unión Soviética se inventó el calendario "revolucionario" (espero no dar ideas a ningún coterráneo) que tenía 30 días en cada mes, y los días sobrantes eran días de fiesta sueltos. (Igualito a algunos por aquí, cualquier excusa para no trabajar.) Para 1930 y 1931 aplicaron el nuevo calendario, pero para 1932 ya habían regresado al calendario gregoriano (probablemente no tenían nada que celebrar para entonces).

Para mí el 29 es especial no sólo porque es un día que "no existe", sino porque es mi cumpleaños,  me hace ser mucho más joven, y ha hecho que cumplir años sea mucho más emocionante, al fin y al cabo sólo ocurre muy de vez en cuando. :) Nacer un 29 de febrero es algo al alcance de pocos, así que me considero muy afortunada.

Bienvenido 29 de febrero de 2012, llevo cuatro años esperándote!!!!!!!