viernes, 14 de octubre de 2011

Triana y su verga...

Comenzaré esta entrada diciendo que me daré licencia de emplear un lenguaje bastante soez, el cual en mi día a día empleo únicamente cuando me encuentro lo suficientemente enfadada o molesta para hacerlo, o en otras palabras, cuando alquien me saca de mis casillas. Pero como el tema en cuestión lo amerita, como ya he dicho, me doy licencia de hacer y deshacer, y por consiguiente emplear una terminología un tanto florida. ^_^

Continuaré diciendo que esta entrada se la dedico a una buena amiga española, Judit, quien sin darse cuenta, hizo un comentario que picó mi curiosidad y derivó en que me interesara en investigar de dónde "carajo" viene la expresión que tantas risas provocó en Judit: "la verga e Triana".

Triana y su verga...

Hasta donde sé, la expresión "la verga de Triana" es aplicable a algo que se considera muy importante o especial. También puede utilizarse con ironía, preguntando al interlocutor si se "cree" la verga de Triana, es decir, más especial que el resto de los mortales.

Después de una ardua investigación respecto al orígen de esta frase, la explicación más pausible es la que les relato a continuación:

Como es de conocimiento general, la palabra verga en la lengua española es sinónimo de pene. ¿Y de dónde sacamos la idea de llamar verga a parte del órgano sexual masculino? Esto es muy sencillo de explicar, resulta que una verga es el palo largo y delgado que sostiene la vela mayor en un barco (claro está, cuando éste es de vela). De ahí, la analogía es bastante sencilla de entender. Hasta aquí, todo claro.

Pero eso nos lleva a preguntarnos: ¿Quién "coño" es Triana y por qué su "verga" es tan arrecha?

Resulta que Rodrigo de Triana fue un marinero andaluz que acompañaba a Cristóbal Colón en su travesía hacia las Indias, lo cual lo llevo al mal llamado Nuevo Mundo (mal llamado porque no era nuevo, ya estaba ahí). Para ser más específicos, Rodrigo viajaba en La Pinta, y fue éste afortunado (o desdichado, depende de cómo queramos verlo) el primero en avistar América desde su puesto de vigía, es decir, desde la verga de La Pinta. Aquí ya vamos entendiendo más las cosas.

Podemos deducir entonces, sin mucha dificultad, que la verga de Triana era bastante alta, pues gracias a ella fue el primero en divisar el continente desconocido hasta entonces por los europeos. La de Rodrigo fue entonces una gran proeza que cambió drásticamente el panorama mundial y marcó un hito en la civilización.

Entonces, no queda lugar a dudas, la verga de Triana fue realmente arrecha, tanto, que aún seguimos recordándola a diario. ¡Bien por ti, Rodrigo!

¿Y qué me dicen del "carajo"?

Ya que los términos náuticos nos han traído hasta aquí, no dejaré de comentar una información que, aunque más rumor que realidad, nos dice que el carajo no es más que el puesto de vigía en la verga. El puesto de vigía era el peor que podía recibirse, pues allí se tenía que estar alerta y pasando frío, sol y lluvia, además de marearse mucho más que estando abajo. Solía ser un castigo enviar a un marino al carajo, dadas las dificultades de esta labor. Así que es comprensible que ser enviado al carajo sea una mierda. Y sigue siéndolo hasta el sol de hoy (aunque nadie sepa a ciencia cierta qué es el carajo y dónde coño queda).

Ahora ya lo saben, si van a mandar a alguien al carajo háganlo con propiedad, y si van a decirle a alguien que es la verga de Triana, ya conocen la magnitud del cumplido. :)

martes, 12 de julio de 2011

Yo no me explico como el perico teniendo un hueco debajo del pico pueda comer, no puede ser...

El desayuno en Venezuela es un arte. Dependiendo del rincón al que pertenezcamos o en el que nos hayamos asentado, nos decantaremos por ciertas cosas u otras, pero hoy el sitial de honor le corresponde al perico. ¿Y el perico no es un ave que parece loro pero más chiquito? Sí, pero ese perico es otro.

El perico al que me refiero no es más que un revoltillo con huevos y algunos ingredientes más, que con un toque de magia y amor, alegran nuestro paladar y exaltan nuestros sentidos.

Comenzaré esta historia diciendo que el perico tiene una particularidad, y es que, al igual que la arepa, se consume en todo el país; para alegría y beneplácito de todos los comensales. ^_^

Me gustaría relatarles el origen del nombre "perico", sin embargo, hasta el día de hoy mi búsqueda ha sido infructuosa, por lo que no he podido llegar tan siquiera a alguna leyenda que nos explique a qué debe la receta ese nombre tan pintoresco. Espero algún lector pueda colaborar y enriquecer así este artículo con esa valiosa información.

Pero como aquí todo vale, aprovecho la oportunidad para hacerles llegar una sencilla receta del perico. Esta receta se basa además en lo más básico y sabroso de cualquier receta, y es que todo es "al gusto".

En una sartén agregamos aceite de cocina (no de oliva), ponemos a dorar la cebolla picadita en trozos muy pequeños y la acompañamos de trozos de tomate picados en cuadritos. Cuando ya haya dorado la cebolla, le agregamos los huevos (batidos), le agregamos sal y removemos. Esencial es no remover mucho ni tampoco poco. Como todo en Venezuela, nada es blanco o negro, malo o bueno. Es al ojo %. ;)

¡Y voilá!

¿Y qué hacemos con este rico perico una vez lo hemos preparado? Se puede comer solo, pero la mejor opción es comerlo con arepas.

El perico es un desayuno que me lleva directamente a mi querida Choroní. En esas tierras escondidas degusté una y mil veces este delicioso platillo, acompañado de muchos otros manjares que tan divinamente nos preparaba la ya desaparecida pero siempre recordada Marissa.

Imaginen esta escena:

9:30 de la mañana, el sol ha comenzado a asomar por un horizonte de verde selva. Los árboles, los bambúes, y el resto de la flora y fauna que rodea la casa colonial sin paredes te envuelve gratamente y convierte en algo casi agradable el calor húmedo que hace minutos parecía sofocarte. La mesa de madera con sus grandes sillas de cuero está servida:
Arepas (dulces y saladas), queso de mano, queso telita, caraotas, tajadas (plátano frito), carne mechada y perico. Siete u ocho comensales disfrutan llevando a alturas insospechadas cada uno de sus sentidos. Las guacamayas y los loros ríen, su risa te contagia, y ríes con ellos. Los perros se acercan, poniendo carita de perro triste, esperando con ello recibir un poquito de la carne mechada que abunda en la mesa. "¡Pásame el perico!", grita uno, y una mano invisible le pasa el plato de peltre blanco con diseño de flores, que está algo golpeado por los años pero sirve muy bien a su propósito. "¿Te acuerdas cuando...?" Risas y más risas explotan de los labios y son llevadas a las casas vecinas por la suave brisa. Tú, quien ayer sufría encerrado entre las cuatro paredes de una oficina, o en el tráfico de la ciudad, te deleitas de todo, el desayuno, la vegetación, los animales, el delicioso aroma de la comida entremezclado con el olor a selva, río y mar. Miras a tu alrededor y sonríes, con la certeza de que estás en el paraíso.



martes, 3 de mayo de 2011

Cachito, Cachito, Cachito mío, pedazo de cielo que Dios me dio...

El cachito, ese panecillo relleno de jamón recién sacado del horno es el desayuno, tentempié, o bala fría (en algunos casos) predilecta de la mayoría de venezolanos. ¿Pero cómo llegó el bien apreciado y siempre codiciado cachito al mostrador de la panadería caraqueña (o de cualquier otra urbe venezolana) y por consiguiente a nuestros corazones?

He aquí lo que dicen las cotorras venezolanas y de ultramar:

El origen del cachito data de principios del siglo XX, y fue, hasta cierta medida, fruto de la inventiva que caracteriza a los oriundos de estas tierras, pero, irónicamente, de la mano de un lusitano. (No es que estos no sean más venezolanos que la hallaca, la arepa, o en este caso, el cachito), la cuestión, según dicen las malas lenguas, fue así:

Un panadero instalado por el centro de Caracas, preparaba los panes de jamón propios de las festividades decembrinas. Al terminar la gloriosa hazaña, y notar la gran cantidad de restos de jamón que generaba, decidió hacer uso de este sobrante usándolo de relleno a una masa, hornéandolo y poniéndolo a la venta en su estabecimiento. Los panecillos recién sacados del horno se fueron convirtiendo poco a poco en el pan nuestro de cada día; literalmente.

Algunos le atribuyen la proeza al panadero italiano Pietroluchi Pancaldi en la panadería "La Lusiteña" cuando corrían los años 1940, pero al no poder confirmar la veracidad de los datos no me arriesgo en afirmar nada (no vaya a ser que me quiten la concesión).

En todo caso, aquí les lanzo una pequeña y muy resumida lista de panaderías caraqueñas en las que hoy se pueden degustar estos exquisitos manjares: (Y valga la cuña)

Pastelería Danubio:

Panadería/Pastelería que cuenta con mas de 4 décadas de experiencia en el difícil arte de endulzar el paladar de los venezolanos. Fue fundada por un pastelero húngaro llamado Pablo Kerese, detrás de Mata de Coco en Chacao. En la actualidad sigue en propiedad de la misma familia y en el mismo lugar, además de contar con sucursales en Santa Rosa, Santa Mónica, Sambil, Multicentro, La Trinidad y Macaracuay.

Panadería Aída:

Famosísima panadería quincuagésima de Los Palos Grandes. Llegué a conocer de su existencia a través de una buena amiga que no dudaba en viajar desde la Urb. Miranda hasta Los Palos Grandes (con tráfico y todo incluído) para degustar las caracolas más famosas de Caracas. Y es que es la misma panadería a la que asiste su abuela, y las recomendaciones de la abuela nunca se ponen en duda. Según me han informado, aunque se le conoce principalmente por sus caracolas y palmeritas, los cachitos no se quedan atrás.

Panadería Los Laureles:

Famosa panadería para los habitantes del oeste de la ciudad, más concretamente la gente de El Paraíso, que es donde se ubica. Fue fundada en 1950 por un laborioso portugués llamado Francisco Fernándes (y no podría ser de otra manera), bajo encargo de un tal barón Gustav Van der Elst quien se radicó en la zona tras la II Guerra Mundial. Es bien sabido que por esa panadería han pasado la mayoría de los estudiantes de la UCAB. Actualmente lleva el título de ser la panadería con los mejores cachitos de El Paraíso. Si tantas generaciones de estudiantes han acudido a ella, ¿quiénes somos nosotros para ponerlo en duda?

Panadería Río de Oro:

Famosa panadería para la gente de la zona de Prados del Este (incluida yo que la recuerdo desde que tengo uso de razón), lleva encendidos sus fogones desde hace más de 62 años. Dícese que la receta de sus cachitos es secreta.

Parada obligada para el turista...

¿Cuál es nuestra fijación con la panadería criolla? Podría decirse que la panadería es al venezolano lo que el bar es al español, por ello no dudaría en ningún momento el incluir una de las tantas maravillosas y únicas panaderías caraqueñas en un recorrido turístico. Al fin y al cabo, la panadería es un elemento intrínseco del venezolano.


No olvidemos que en una panadería no sólo hay café y panes de todo tipo, sino que, a lo largo de las décadas, los panaderos han construído en Venezuela un mundo alterno de sabor, con pasteles, pizzas, golfeados, charcutería, jugos (zumos) naturales, pan de jamón, y los reyes del día: los fabulosos cachitos.

Te miro y te miro y al fin bendigo, bendigo la suerte de ser tu amor. ^_^

P.D. La ironía de esta historia es que yo no como jamón, pero esa sólo soy yo. Como decimos en mi tierra: "Tu te lo pierdes".

domingo, 10 de abril de 2011

Y siguen volando...

Grullas barcelonesas

En el Parc Joan Verdaguer nacieron estas bellas grullas para Japón de todas las nacionalidades. Todas hechas con mucho cariño y amor. ¡Gracias a todos por brindar sus manos y tiempo! Entre todos se pueden hacer grandes cosas, o como dice Patrick: Tu verras tout c' qu'on peut faire si on est deux. "Verás todo lo que podemos hacer si somos dos".


viernes, 18 de marzo de 2011

Las primeras grullas sobrevuelan el Atlántico

Y sí, con un sueño empieza todo y con una realidad termina. Ya han sobrevolado el Atlántico las primeras grullas de nuestro proyecto. ^_^ Entre todos lo haremos posible así que manos a la obra. :)


Una grulla muy especial...


¡Gracias, Sebas!

Nuestras 3 primeras grullas han llegado cansadas pero satisfechas.


Adelante, chicos que Japón necesita muchas más. ;)

Video de cómo hacer grullas de Origami



¡Gracias, Arturo!

jueves, 17 de marzo de 2011

1000 grullas para Japón / 1000 cranes for Japan

En Japón existe una leyenda que dice que si haces mil grullas de origami unidas por una cuerda, se te cumplirá un deseo por parte de una grulla, como el curarse de una enfermedad o vivir una larga vida. A lo largo del tiempo, esto se ha convertido en un símbolo de paz.

Me he propuesto la meta de hacer 1000 grullas de origami para pedir por el futuro de Japón. Por ello les invito a unirse a esta causa, y juntos poner nuestro granito de arena para llevar esperanza y nuestros mejores deseos a quienes hoy pasan por momentos muy difíciles.

El cielo es el límite.

Besos,

Yiyi


In Japan there is a legend that says that if you make a thousand origami cranes attached by a rope, a wish (es the cure f a disease or living a long life) will be fulfilled by a crane. Over time this has become a symbol of peace.

My goal is to make 1000 origami cranes to pray for Japan's future. Therefore I invite you to join this cause and together help to bring hope to those currently undergoing through very difficult times.

The sky is the limit.

xoxo

Yiyi

martes, 8 de marzo de 2011

Ganarse el cielo otra vez...

El pintor de El Ávila...

Desde Barcelona dedico un par de líneas a quien, con cuyos trazos, embelesó eternamente mi recuerdo de nuestro adorado cerro El Ávila. Pues sí, nuestro Manuel Cabré nació en Barcelona, Cataluña y no en Barcelona, Venezuela, allá por los años 1890. Era hijo del escultor catalán Ángel Cabré i Magriñá que migró a Venezuela cuando Manuel era un niño pequeño. A los 8 años, ingresó Manuel en la Academia de Bellas Artes de Caracas y, tras una breve estancia en París, regresó a Venezuela a plasmar en lienzo la inigualable belleza de nuestros paisajes. A nuestro hermoso cerro, lo pintó desde todos los ángulos y con todos sus matices, recordándonos por qué es lo primero que queremos ver al despertar y lo último antes de irnos a dormir.

Lo cierto es, que la historia nos dice que Manuel Cabré se enamoró, al igual que la mayoría de los caraqueños y quienes visitan nuestra ciudad, de nuestro cerro El Ávila.


Viajar en tren...

Hubo un tiempo en que los viajes desde y para La Guaira se hacían en tren. El desarrollo llevó al país a la necesidad de tener un medio de transporte rápido y eficiente para trasladar carga y personas del puerto a la ciudad capital.

Los levantamientos de planos y cotas para la línea de ferrocarril desde La Guaira y hacia Caracas comenzaron en 1867, y los ingenieros británicos y estadounidenses se disputaron durante 14 años la ruta y su financiamiento. Finalmente, se le concedió el contrato a un grupo inglés en 1881, el cual registró el nombre "Ferrocarril La Guaira y Caracas" en Londres y comenzó la construcción de una línea ferroviaria de 37 km que ascendía 914 metros. Para julio de 1883, ya recibía viajeros. Muchos de los pasajeros del "FLGyC" llegaban a La Guaira por vapor y eran transferidos al tren para Caracas. Una curiosidad es que el último carro del tren estaba reservado a los huéspedes del Hotel Klindt, en Caracas. El servicio eléctrico en la línea comenzó a operar en abril de 1928, y desde entonces el tiempo de viaje de La Guaira a Caracas quedó reducido de 2 horas a 75 minutos. ¡Chúpate esa mandarina! ^_^

A pesar del buen servicio y la publicidad, el FLGyC vio sus pasajeros y carga pasar a carros, autobuses y camiones durante los años 30 y después de ser comprada por el Estado, dejó de funcionar en los 50. Hoy, a más de 50 años de su cese de operaciones, la vía del FLGyC ha quedado sepultada bajo el monte y la tierra y, lamentablemente, es casi imposible de rastrear.


Los hoteles...

El Gran Klindt

Los caraqueños de la década de los 30 no pueden olvidar el edificio de estilo europeo del siglo XIX levantado en la calle de Torre a Principal: el Hotel Klindt, en cuyo piso superior solían alojarse artistas famosos, toreros y gente adinerada que venía a Caracas en asuntos de negocios. El inmueble tomó con el tiempo el nombre de “Edificio Washington”, en cuyos bajos se hallaba instalada desde la primera década del siglo la famosa Cervecería Donzella, donde se llenaban "lisas y "medias lisas", y solían reunirse los poetas, escritores y periodistas de la época.


Un dato curioso sobre las "lisas"...

Curiosamente, el origen de este nombre radica en la primera Guerra Mundial. Resulta que, debido a la guerra, empezaron a escasear los grandes tarros que se utilizaban para la cerveza. Como dejaron de llegar a Venezuela desde Alemania, la cervecería Donzella tuvo que poner en uso unos tarros lisos, sin adornos y sin las tapas de los tarros típicos alemanes. Los nuevos tarros eran, simplemente, unos vasos, y quienes preferían el cristal más delgado y liviano de estos nuevos implementos, empezaron a diferenciar la orden al pedir sus actualmente denominadas birras. En criollo quedó entonces bautizado el sifonero vaso cervecero. Y también la "dosis" pequeña como "media lisa", que valía medio real. (¡Qué envidia!) Con el paso del tiempo comenzó a imponerse la jarra, la media jarra y el tercio.




Y volviendo a nuestro cerro...

Uno de los íconos de nuestra ciudad es el magnánimo Hotel Humboldt, ubicado en la cima de nuestro cerro, es un ícono en la arquitectura venezolana y un símbolo de la sultana de El Ávila. El hotel formó parte del plan para unir a Caracas con el Litoral a través de un complejo turístico y recreativo que involucraba al teleférico como medio de transporte. Tiene una altura de 59,50 metros, y 14 pisos donde se distribuyen las 70 habitaciones, que en una época que vive en el recuerdo de los caraqueños mayores de 50, ofrecían una excelente vista de la ciudad. Su construcción fue ordenada por Marcos Pérez Jimenez y fue estrenado en 1956. Siempre recordaré a mis padres y tíos hablar de las maravillosas fiestas de Año Nuevo con la Billo´s que se celebraban en el hotel. (Insisto, ¡qué envidia!)




Sí, chicos, tenemos que ganarnos el cielo otra vez...

jueves, 24 de febrero de 2011

¿Qué proyectamos como sociedad?

Casualmente hoy ocurrieron dos cosas que me hicieron reflexionar sobre qué reflejamos y hacia dónde vamos como sociedad. La primera fue que tuve una clase sobre investigación de mercados donde nos explicaron como se realizan los Focus Group para, valga la redundancia, investigar el mercado y detectar qué quiere el cliente. Es interesante ver cómo se toma una muestra de la población y se le extrae información crucial para elaborar una campaña acorde con lo que el público desea. El segundo suceso que llamó mi atención y que me llevó a plantear el tema, fue que un amigo posteó un artículo sobre la reciente campaña publicitaria de McDonalds en Venezuela donde promocionan la Cajita Feliz con la imagen de tres ídolos musicales nacionales; a saber, Servando, Florentino y Oscarcito (este último ni siquiera sé quién es). Esto me llevó a reflexionar sobre cómo lo que vende refleja el deterioro que sufrimos como sociedad. No es que tenga nada en contra de estos individuos; aunque a los dos primeros he tenido el disgusto de encontrármelos en varias ocasiones y son bastante prepotentes y sumamente ordinarios; pero al ver la mala calidad del material promocional de la campaña, no puedo evitar sentir lástima por cómo nos proyectamos.

Venezuela no es la misma. Todos lo sabemos, sí, pero es como cuando vives con un familiar, es alguien que ves a diario y no notas que cambia, pero cuando llega alguien de fuera y te dice: "¡Fulanito si está cambiado! ¡Está grandísimo (o flaquisimo)!", ves una foto y te das cuenta que efectivamente la persona en cuestión ha cambiado mucho. Con el país pasa lo mismo.

Una fotografía...

Necesitamos ver una fotografía de nuestro pasado para entender el antes y el ahora. Recuerdo que cuando tenía 6 años iba con mi mamá en carrito porpuesto (bus, autobus, camionetica, como quieran llamarlo) a Sabana Grande de compras. Caminábamos desde los cines Broadway hasta La Previsora (a la mitad yo estaba desesperada porque el camino se me hacía larguísimo). Era otro mundo, otra gente, otra educación. De adolescente todavía podía ir al cine de Chacaíto con amigos y salir en la función de medianoche, tomar el metro e irme a Prado de María. Por el camino (nuevamente Sabana Grande), te encontrabas un músico o comediante (sí, como en Europa), y la gente que salía de la función disfrutaba sanamente antes de irse a casa. Esas cosas ya no las podemos hacer. Nuestro círculo de vida se reduce cada vez más y al parecer no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

Para echar un vistazo al pasado les recomiendo ver el grupo de FB "Viejas fotos actuales", ese breve viaje al pasado es una buena forma de descubrir lo que era nuestro país y nos ayuda a compararlo con lo que es ahora.

Un video...

Otra cosa que me gusta hacer es ver videos de antiguos comerciales venezolanos (de los 80 y 90 principalmente). ¡Qué campañas publicitarias! Muchas premiadas internacionalmente. Eran campañas de calidad y dirigidas a esa población que ya no somos y que me llevó a escribir este post. Solíamos hacer mejor publicidad porque nuestro target era otro, y ese target era otro porque nuestra sociedad era distinta, más exigente y más demandante. No nos conformábamos con cualquier cosa, no queríamos regalos, exigíamos calidad y transparencia.

¿Y qué pasó?

Dejando el tema político aparte (no es fácil pero aquí me centro en la sociedad y su reflejo en la publicidad), los golpes que recibimos como ciudadanía han hecho que seamos conformistas. No esperamos recibir calidad y por ello nos hemos acostumbrado a conformarnos con recibir las cosas como vengan con tal de recibir algo. Atrás quedaron los años de la competencia y el deseo de superación. Cuando veo publicidades venezolanas me duele. Siento que no son para mí, pero lamentablemnete sí lo son, porque son para nuestra sociedad.

¿Y cómo lo arreglamos?

Esa es la pregunta de las 50.000 lochas, y la solución es, desde mi punto de vista, que debemos educarnos. Somos una sociedad mal educada que necesita volver a empezar. Sí, lo sé, es difícil, pero no imposible.

lunes, 21 de febrero de 2011

Soplar y hacer botellas, ¿una tarea fácil o difícil?

No todo es soplar y hacer botellas: La elaboración de botellas, desde tiempos remotos, está basada en la habilidad del artesano para soplar el vidrio, pero a pesar de lo difícil de la labor, siempre se supuso que, comparando el resultado final (la botella terminada) con la forma de elaborarlo (soplar), era muy sencillo "soplar y hacer botellas". Paradójicamente, la expresión pasó a utilizarse para advertir sobre lo dificultoso de cierta tarea por emprender. Justicia poética.

"Soplar y hacer botellas" nació de mi profesión, o mejor dicho, de una de mis profesiones (sí, soy una de esas frikis que no para de hacer cosas que le gustan). En esta ocasión se trata de la traducción. El caso es, que leyendo por ahí una anécdota de un colega, nació la idea de crear este blog sobre todo y nada.

Hablar de esta profesión (la traducción en este caso), es enfrentarse cada mañana a un ilimitado número de seres humanos que dan por sentado que este "trabajo"(las comillas las ponen ellos, no yo), es soplar y hacer botellas. "Cualquiera que hable inglés lo traduce en un momentico", "En 5 minutos lo tienes listo", "¿Y a ti te pagan por eso?, ¡qué felicidad!" e insensateces por el estilo. En otras palabras, nada que no mosquee, cabree, arreche, etc, etc, a cualquiera en la profesión. Realmente NO ES SOPLAR Y HACER BOTELLAS.

Traducir implica primero una facilidad de palabra y entendimiento. No basta con saber qué significa una palabra de un idioma a otro, hay que saber reconocer el concepto, y convertirlo (de la manera más precisa posible), a la conceptualización que de ello se tiene en otro idioma, y les garantizo que no es tarea fácil.

Traducir requiere ser fiel al texto de origen y a la vez saber distanciarse lo suficiente como para que el texto de destino no parezca una traducción. Irónicamente, el objetivo es que parezca que el resultado fue inicialmente pensado y escrito en ese idioma y no en otro. Además, hay que conocer los códigos de la lengua de destino, códigos que pueden variar de un país a otro, e incluso de una región a otra, pues depende al fin y al cabo de su destinatario. En otras palabras, no todos los textos se traducen igual.

En una ocasión, traducía un episodio de "ER" en el que aparecía el término "pneumothoraxic tension", habiendo yo realizado cursos avanzados sobre atención prehospitalaria, y conociendo el término en castellano, no tuve ningún problema en colocar su correcta traducción "neumotórax a tensión". Se imaginarán cuál fue mi sorpresa al enterarme que un corrector había cambiado el término correcto por "tensión neumotoráxica". ¿Qué demonios...? Que alguien me explique qué es la tensión neumotoráxica y dónde se toma, porque por lo que yo sé, (y verifiqué), eso no existe ni aquí ni en China (por poner un ejemplo nada más, no es que tenga algo contra los chinos). En fin, cada loco con su tema, pero de ahí a inventarse términos...

Y así introduzco el caso del traductor audiovisual (entiéndase yo). Quien subtitula una película no sólo tiene que transmitir un mensaje oral de forma escrita, (lo que es mucho más complejo de lo que parece), sino que además tiene que ceñirse a un límite de caracteres por línea y, por decirlo de alguna manera, por imagen, lo que convierte el trabajo no sólo en una operación de traducción sino además de síntesis. Sólo la documentación, la experiencia y un talento (sí, algo de eso tenemos por ahí ^_^) nos permiten resolver los acertijos y lograr el objetivo. Y les aseguro que esto no se encuentra ni en los diccionarios ni en Wikipedia (aunque ayudan). Recuerdo un juego de palabras en "Friends" que nos llevó horas traducir en la oficina para lograr conservar el juego de palabras sin que se perdiera el chiste y que fuese creíble en castellano.

La traducción es una labor compleja que implica esfuerzo, análisis y dedicación, les aseguro que no es soplar y hacer botellas. Y si aún les quedan dudas, intenten traducir correctamente algún episodio de CSI, un libro de Stephen Hawking, o un texto técnico sobre bombas de tratamiento de aguas.