martes, 24 de julio de 2012

Como apagar un despertador


 El objeto en cuestión...

Todos conocemos esos molestos artefactos que necesariamente mantenemos con nosotros, esos objetos a los que llamamos despertador. Los podemos encontrar en varias versiones: grandes, pequeños, redondos, cuadrados, etc. y en los más variados modelos: modernos, rococó, clásicos, electrónicos, y un largo etc. También vienen con una gran variedad de tonos; unos más exasperantes que otros: Tonos que van desde el clásico ring-ring, pasando por el pi-pi-pi-pi-piiiiiip, hasta aquellos que hacen sonar la canción de tu preferencia, tu estación de radio favorita o incluso un mensaje creado por ti.


 ¿Feliz despertar?

Sean cuales sean las ventajas de éste, el artefacto seguirá siendo objeto de desprecio por parte de su dueño, por lo que nos encontramos ante una relación como se ven muchas por ahí, una relación de amor-odio. Piénsenlo, ¿quien no lo ha vivido? ¿Quién de ustedes no mantiene esta relación de amor-odio con su despertador? Vamos, quien no lo haya hecho, que lance la primera piedra.

La razón de ese profundo odio y desprecio no es más que el fluir de esa rabia que se almacena en nosotros al reconocer que ese objeto -lamentablemente tan necesario- está impidiendo el libre curso de nuestras indispensables y muy tristemente perdidas horas de sueño.

 El método:

Todos hacemos uso de métodos muy eficaces para callar a la terrible bestia y continuar disfrutando de nuestro cuento de hadas (o cruel pesadilla, en el mundo de los sueños todo es posible), pero el método varía en función de las características del despertador. Es muy simple. Por ejemplo, si se trata de un pequeño despertador, se recurre al método clásico que consiste en simplemente movilizar el brazo lenta y cuidadosamente hasta la mesita de noche, levantar delicadamente el despertador, y arrojarlo con fuerza contra la pared opuesta a la cama (esto último para evitar rebotes no deseados). A hacer esto, el silencio tomará posesión del recinto, lo cual le dará al sueño una gran entrada triunfal. Este método, aunque muy eficaz, suele acarrear problemas de bolsillo, debido al constante reemplazo del despertador.

Si se trata de una maquinaria más moderna, el método debe adaptarse a los avances tecnológicos del objeto fruto del infortunio matutino. Algunos vienen con un "snooze" incorporado, que no es más que un botón que alivia momentáneamente nuestra pena, pero hay que tomar en cuenta que la paz sólo dura unos minutos, y luego la pesadilla vuelve a comenzar, así que no puede considerarse como una solución al problema.

En resumen...

Sea cual sea el método empleado para acallar al nefasto artefacto que nos molesta todas las mañanas, está claro que siempre tendremos la posibilidad de emplear otra opción, y se trata de una elección muy sencilla y 100% eficaz: prescindir de él. Aunque esto último nos acaerrá un nuevo problema: la imposibilidad de llegar a tiempo a nuestro destino, pero eso ya no es asunto de este post, así que lo dejamos para mañana. Ya me ha dado sueño, menos mal que es día feriado y no necesito poner mi despertador.

P.D. Por cierto, el mío suena como un rasgueo de guitarra, ¿qué hay del tuyo?