martes, 3 de mayo de 2011

Cachito, Cachito, Cachito mío, pedazo de cielo que Dios me dio...

El cachito, ese panecillo relleno de jamón recién sacado del horno es el desayuno, tentempié, o bala fría (en algunos casos) predilecta de la mayoría de venezolanos. ¿Pero cómo llegó el bien apreciado y siempre codiciado cachito al mostrador de la panadería caraqueña (o de cualquier otra urbe venezolana) y por consiguiente a nuestros corazones?

He aquí lo que dicen las cotorras venezolanas y de ultramar:

El origen del cachito data de principios del siglo XX, y fue, hasta cierta medida, fruto de la inventiva que caracteriza a los oriundos de estas tierras, pero, irónicamente, de la mano de un lusitano. (No es que estos no sean más venezolanos que la hallaca, la arepa, o en este caso, el cachito), la cuestión, según dicen las malas lenguas, fue así:

Un panadero instalado por el centro de Caracas, preparaba los panes de jamón propios de las festividades decembrinas. Al terminar la gloriosa hazaña, y notar la gran cantidad de restos de jamón que generaba, decidió hacer uso de este sobrante usándolo de relleno a una masa, hornéandolo y poniéndolo a la venta en su estabecimiento. Los panecillos recién sacados del horno se fueron convirtiendo poco a poco en el pan nuestro de cada día; literalmente.

Algunos le atribuyen la proeza al panadero italiano Pietroluchi Pancaldi en la panadería "La Lusiteña" cuando corrían los años 1940, pero al no poder confirmar la veracidad de los datos no me arriesgo en afirmar nada (no vaya a ser que me quiten la concesión).

En todo caso, aquí les lanzo una pequeña y muy resumida lista de panaderías caraqueñas en las que hoy se pueden degustar estos exquisitos manjares: (Y valga la cuña)

Pastelería Danubio:

Panadería/Pastelería que cuenta con mas de 4 décadas de experiencia en el difícil arte de endulzar el paladar de los venezolanos. Fue fundada por un pastelero húngaro llamado Pablo Kerese, detrás de Mata de Coco en Chacao. En la actualidad sigue en propiedad de la misma familia y en el mismo lugar, además de contar con sucursales en Santa Rosa, Santa Mónica, Sambil, Multicentro, La Trinidad y Macaracuay.

Panadería Aída:

Famosísima panadería quincuagésima de Los Palos Grandes. Llegué a conocer de su existencia a través de una buena amiga que no dudaba en viajar desde la Urb. Miranda hasta Los Palos Grandes (con tráfico y todo incluído) para degustar las caracolas más famosas de Caracas. Y es que es la misma panadería a la que asiste su abuela, y las recomendaciones de la abuela nunca se ponen en duda. Según me han informado, aunque se le conoce principalmente por sus caracolas y palmeritas, los cachitos no se quedan atrás.

Panadería Los Laureles:

Famosa panadería para los habitantes del oeste de la ciudad, más concretamente la gente de El Paraíso, que es donde se ubica. Fue fundada en 1950 por un laborioso portugués llamado Francisco Fernándes (y no podría ser de otra manera), bajo encargo de un tal barón Gustav Van der Elst quien se radicó en la zona tras la II Guerra Mundial. Es bien sabido que por esa panadería han pasado la mayoría de los estudiantes de la UCAB. Actualmente lleva el título de ser la panadería con los mejores cachitos de El Paraíso. Si tantas generaciones de estudiantes han acudido a ella, ¿quiénes somos nosotros para ponerlo en duda?

Panadería Río de Oro:

Famosa panadería para la gente de la zona de Prados del Este (incluida yo que la recuerdo desde que tengo uso de razón), lleva encendidos sus fogones desde hace más de 62 años. Dícese que la receta de sus cachitos es secreta.

Parada obligada para el turista...

¿Cuál es nuestra fijación con la panadería criolla? Podría decirse que la panadería es al venezolano lo que el bar es al español, por ello no dudaría en ningún momento el incluir una de las tantas maravillosas y únicas panaderías caraqueñas en un recorrido turístico. Al fin y al cabo, la panadería es un elemento intrínseco del venezolano.


No olvidemos que en una panadería no sólo hay café y panes de todo tipo, sino que, a lo largo de las décadas, los panaderos han construído en Venezuela un mundo alterno de sabor, con pasteles, pizzas, golfeados, charcutería, jugos (zumos) naturales, pan de jamón, y los reyes del día: los fabulosos cachitos.

Te miro y te miro y al fin bendigo, bendigo la suerte de ser tu amor. ^_^

P.D. La ironía de esta historia es que yo no como jamón, pero esa sólo soy yo. Como decimos en mi tierra: "Tu te lo pierdes".