jueves, 24 de febrero de 2011

¿Qué proyectamos como sociedad?

Casualmente hoy ocurrieron dos cosas que me hicieron reflexionar sobre qué reflejamos y hacia dónde vamos como sociedad. La primera fue que tuve una clase sobre investigación de mercados donde nos explicaron como se realizan los Focus Group para, valga la redundancia, investigar el mercado y detectar qué quiere el cliente. Es interesante ver cómo se toma una muestra de la población y se le extrae información crucial para elaborar una campaña acorde con lo que el público desea. El segundo suceso que llamó mi atención y que me llevó a plantear el tema, fue que un amigo posteó un artículo sobre la reciente campaña publicitaria de McDonalds en Venezuela donde promocionan la Cajita Feliz con la imagen de tres ídolos musicales nacionales; a saber, Servando, Florentino y Oscarcito (este último ni siquiera sé quién es). Esto me llevó a reflexionar sobre cómo lo que vende refleja el deterioro que sufrimos como sociedad. No es que tenga nada en contra de estos individuos; aunque a los dos primeros he tenido el disgusto de encontrármelos en varias ocasiones y son bastante prepotentes y sumamente ordinarios; pero al ver la mala calidad del material promocional de la campaña, no puedo evitar sentir lástima por cómo nos proyectamos.

Venezuela no es la misma. Todos lo sabemos, sí, pero es como cuando vives con un familiar, es alguien que ves a diario y no notas que cambia, pero cuando llega alguien de fuera y te dice: "¡Fulanito si está cambiado! ¡Está grandísimo (o flaquisimo)!", ves una foto y te das cuenta que efectivamente la persona en cuestión ha cambiado mucho. Con el país pasa lo mismo.

Una fotografía...

Necesitamos ver una fotografía de nuestro pasado para entender el antes y el ahora. Recuerdo que cuando tenía 6 años iba con mi mamá en carrito porpuesto (bus, autobus, camionetica, como quieran llamarlo) a Sabana Grande de compras. Caminábamos desde los cines Broadway hasta La Previsora (a la mitad yo estaba desesperada porque el camino se me hacía larguísimo). Era otro mundo, otra gente, otra educación. De adolescente todavía podía ir al cine de Chacaíto con amigos y salir en la función de medianoche, tomar el metro e irme a Prado de María. Por el camino (nuevamente Sabana Grande), te encontrabas un músico o comediante (sí, como en Europa), y la gente que salía de la función disfrutaba sanamente antes de irse a casa. Esas cosas ya no las podemos hacer. Nuestro círculo de vida se reduce cada vez más y al parecer no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

Para echar un vistazo al pasado les recomiendo ver el grupo de FB "Viejas fotos actuales", ese breve viaje al pasado es una buena forma de descubrir lo que era nuestro país y nos ayuda a compararlo con lo que es ahora.

Un video...

Otra cosa que me gusta hacer es ver videos de antiguos comerciales venezolanos (de los 80 y 90 principalmente). ¡Qué campañas publicitarias! Muchas premiadas internacionalmente. Eran campañas de calidad y dirigidas a esa población que ya no somos y que me llevó a escribir este post. Solíamos hacer mejor publicidad porque nuestro target era otro, y ese target era otro porque nuestra sociedad era distinta, más exigente y más demandante. No nos conformábamos con cualquier cosa, no queríamos regalos, exigíamos calidad y transparencia.

¿Y qué pasó?

Dejando el tema político aparte (no es fácil pero aquí me centro en la sociedad y su reflejo en la publicidad), los golpes que recibimos como ciudadanía han hecho que seamos conformistas. No esperamos recibir calidad y por ello nos hemos acostumbrado a conformarnos con recibir las cosas como vengan con tal de recibir algo. Atrás quedaron los años de la competencia y el deseo de superación. Cuando veo publicidades venezolanas me duele. Siento que no son para mí, pero lamentablemnete sí lo son, porque son para nuestra sociedad.

¿Y cómo lo arreglamos?

Esa es la pregunta de las 50.000 lochas, y la solución es, desde mi punto de vista, que debemos educarnos. Somos una sociedad mal educada que necesita volver a empezar. Sí, lo sé, es difícil, pero no imposible.

lunes, 21 de febrero de 2011

Soplar y hacer botellas, ¿una tarea fácil o difícil?

No todo es soplar y hacer botellas: La elaboración de botellas, desde tiempos remotos, está basada en la habilidad del artesano para soplar el vidrio, pero a pesar de lo difícil de la labor, siempre se supuso que, comparando el resultado final (la botella terminada) con la forma de elaborarlo (soplar), era muy sencillo "soplar y hacer botellas". Paradójicamente, la expresión pasó a utilizarse para advertir sobre lo dificultoso de cierta tarea por emprender. Justicia poética.

"Soplar y hacer botellas" nació de mi profesión, o mejor dicho, de una de mis profesiones (sí, soy una de esas frikis que no para de hacer cosas que le gustan). En esta ocasión se trata de la traducción. El caso es, que leyendo por ahí una anécdota de un colega, nació la idea de crear este blog sobre todo y nada.

Hablar de esta profesión (la traducción en este caso), es enfrentarse cada mañana a un ilimitado número de seres humanos que dan por sentado que este "trabajo"(las comillas las ponen ellos, no yo), es soplar y hacer botellas. "Cualquiera que hable inglés lo traduce en un momentico", "En 5 minutos lo tienes listo", "¿Y a ti te pagan por eso?, ¡qué felicidad!" e insensateces por el estilo. En otras palabras, nada que no mosquee, cabree, arreche, etc, etc, a cualquiera en la profesión. Realmente NO ES SOPLAR Y HACER BOTELLAS.

Traducir implica primero una facilidad de palabra y entendimiento. No basta con saber qué significa una palabra de un idioma a otro, hay que saber reconocer el concepto, y convertirlo (de la manera más precisa posible), a la conceptualización que de ello se tiene en otro idioma, y les garantizo que no es tarea fácil.

Traducir requiere ser fiel al texto de origen y a la vez saber distanciarse lo suficiente como para que el texto de destino no parezca una traducción. Irónicamente, el objetivo es que parezca que el resultado fue inicialmente pensado y escrito en ese idioma y no en otro. Además, hay que conocer los códigos de la lengua de destino, códigos que pueden variar de un país a otro, e incluso de una región a otra, pues depende al fin y al cabo de su destinatario. En otras palabras, no todos los textos se traducen igual.

En una ocasión, traducía un episodio de "ER" en el que aparecía el término "pneumothoraxic tension", habiendo yo realizado cursos avanzados sobre atención prehospitalaria, y conociendo el término en castellano, no tuve ningún problema en colocar su correcta traducción "neumotórax a tensión". Se imaginarán cuál fue mi sorpresa al enterarme que un corrector había cambiado el término correcto por "tensión neumotoráxica". ¿Qué demonios...? Que alguien me explique qué es la tensión neumotoráxica y dónde se toma, porque por lo que yo sé, (y verifiqué), eso no existe ni aquí ni en China (por poner un ejemplo nada más, no es que tenga algo contra los chinos). En fin, cada loco con su tema, pero de ahí a inventarse términos...

Y así introduzco el caso del traductor audiovisual (entiéndase yo). Quien subtitula una película no sólo tiene que transmitir un mensaje oral de forma escrita, (lo que es mucho más complejo de lo que parece), sino que además tiene que ceñirse a un límite de caracteres por línea y, por decirlo de alguna manera, por imagen, lo que convierte el trabajo no sólo en una operación de traducción sino además de síntesis. Sólo la documentación, la experiencia y un talento (sí, algo de eso tenemos por ahí ^_^) nos permiten resolver los acertijos y lograr el objetivo. Y les aseguro que esto no se encuentra ni en los diccionarios ni en Wikipedia (aunque ayudan). Recuerdo un juego de palabras en "Friends" que nos llevó horas traducir en la oficina para lograr conservar el juego de palabras sin que se perdiera el chiste y que fuese creíble en castellano.

La traducción es una labor compleja que implica esfuerzo, análisis y dedicación, les aseguro que no es soplar y hacer botellas. Y si aún les quedan dudas, intenten traducir correctamente algún episodio de CSI, un libro de Stephen Hawking, o un texto técnico sobre bombas de tratamiento de aguas.