martes, 8 de marzo de 2011

Ganarse el cielo otra vez...

El pintor de El Ávila...

Desde Barcelona dedico un par de líneas a quien, con cuyos trazos, embelesó eternamente mi recuerdo de nuestro adorado cerro El Ávila. Pues sí, nuestro Manuel Cabré nació en Barcelona, Cataluña y no en Barcelona, Venezuela, allá por los años 1890. Era hijo del escultor catalán Ángel Cabré i Magriñá que migró a Venezuela cuando Manuel era un niño pequeño. A los 8 años, ingresó Manuel en la Academia de Bellas Artes de Caracas y, tras una breve estancia en París, regresó a Venezuela a plasmar en lienzo la inigualable belleza de nuestros paisajes. A nuestro hermoso cerro, lo pintó desde todos los ángulos y con todos sus matices, recordándonos por qué es lo primero que queremos ver al despertar y lo último antes de irnos a dormir.

Lo cierto es, que la historia nos dice que Manuel Cabré se enamoró, al igual que la mayoría de los caraqueños y quienes visitan nuestra ciudad, de nuestro cerro El Ávila.


Viajar en tren...

Hubo un tiempo en que los viajes desde y para La Guaira se hacían en tren. El desarrollo llevó al país a la necesidad de tener un medio de transporte rápido y eficiente para trasladar carga y personas del puerto a la ciudad capital.

Los levantamientos de planos y cotas para la línea de ferrocarril desde La Guaira y hacia Caracas comenzaron en 1867, y los ingenieros británicos y estadounidenses se disputaron durante 14 años la ruta y su financiamiento. Finalmente, se le concedió el contrato a un grupo inglés en 1881, el cual registró el nombre "Ferrocarril La Guaira y Caracas" en Londres y comenzó la construcción de una línea ferroviaria de 37 km que ascendía 914 metros. Para julio de 1883, ya recibía viajeros. Muchos de los pasajeros del "FLGyC" llegaban a La Guaira por vapor y eran transferidos al tren para Caracas. Una curiosidad es que el último carro del tren estaba reservado a los huéspedes del Hotel Klindt, en Caracas. El servicio eléctrico en la línea comenzó a operar en abril de 1928, y desde entonces el tiempo de viaje de La Guaira a Caracas quedó reducido de 2 horas a 75 minutos. ¡Chúpate esa mandarina! ^_^

A pesar del buen servicio y la publicidad, el FLGyC vio sus pasajeros y carga pasar a carros, autobuses y camiones durante los años 30 y después de ser comprada por el Estado, dejó de funcionar en los 50. Hoy, a más de 50 años de su cese de operaciones, la vía del FLGyC ha quedado sepultada bajo el monte y la tierra y, lamentablemente, es casi imposible de rastrear.


Los hoteles...

El Gran Klindt

Los caraqueños de la década de los 30 no pueden olvidar el edificio de estilo europeo del siglo XIX levantado en la calle de Torre a Principal: el Hotel Klindt, en cuyo piso superior solían alojarse artistas famosos, toreros y gente adinerada que venía a Caracas en asuntos de negocios. El inmueble tomó con el tiempo el nombre de “Edificio Washington”, en cuyos bajos se hallaba instalada desde la primera década del siglo la famosa Cervecería Donzella, donde se llenaban "lisas y "medias lisas", y solían reunirse los poetas, escritores y periodistas de la época.


Un dato curioso sobre las "lisas"...

Curiosamente, el origen de este nombre radica en la primera Guerra Mundial. Resulta que, debido a la guerra, empezaron a escasear los grandes tarros que se utilizaban para la cerveza. Como dejaron de llegar a Venezuela desde Alemania, la cervecería Donzella tuvo que poner en uso unos tarros lisos, sin adornos y sin las tapas de los tarros típicos alemanes. Los nuevos tarros eran, simplemente, unos vasos, y quienes preferían el cristal más delgado y liviano de estos nuevos implementos, empezaron a diferenciar la orden al pedir sus actualmente denominadas birras. En criollo quedó entonces bautizado el sifonero vaso cervecero. Y también la "dosis" pequeña como "media lisa", que valía medio real. (¡Qué envidia!) Con el paso del tiempo comenzó a imponerse la jarra, la media jarra y el tercio.




Y volviendo a nuestro cerro...

Uno de los íconos de nuestra ciudad es el magnánimo Hotel Humboldt, ubicado en la cima de nuestro cerro, es un ícono en la arquitectura venezolana y un símbolo de la sultana de El Ávila. El hotel formó parte del plan para unir a Caracas con el Litoral a través de un complejo turístico y recreativo que involucraba al teleférico como medio de transporte. Tiene una altura de 59,50 metros, y 14 pisos donde se distribuyen las 70 habitaciones, que en una época que vive en el recuerdo de los caraqueños mayores de 50, ofrecían una excelente vista de la ciudad. Su construcción fue ordenada por Marcos Pérez Jimenez y fue estrenado en 1956. Siempre recordaré a mis padres y tíos hablar de las maravillosas fiestas de Año Nuevo con la Billo´s que se celebraban en el hotel. (Insisto, ¡qué envidia!)




Sí, chicos, tenemos que ganarnos el cielo otra vez...

1 comentario:

  1. Absolutamente AMÉ este post!!! Yo también adoro el ávila y creo que no podría vivir sin él! Y por supuesto me encantan los cuadros de cabré... No sabía que era catalán! Y tampoco sabía lo de las lisas! Cómo disfruto esas historias explicativas de las expresiones típicas caraqueñas originadas hace mucho... =)

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