martes, 28 de julio de 2020

Es tu amigo fiel, y no, no hablo del perro...

El día de hoy de repente me planteé una duda existencial y trascendental: ¿El ser humano es fiel por naturaleza? La primera reacción sería decir que no, que somos un animal más, que la fidelidad es una construcción social y bla, bla, bla, bla... Inesperadamente, y para el tema que nos compete, yo diría que sí. En realidad hoy vengo a hablarles de la fidelidad desde un punto de vista un tanto inesperado, y digo inesperado porque lo que me llevó a pensar en ello fue un elemento muy particular y nada relacionado a lo que puedan estar pensando. Sin embargo, esta fidelidad de la que hablo aquí es tan real como la vida misma, porque si en algo el venezolano da una muestra de fidelidad (y aquí reduzco el universo estudiado al gentilicio que nos atañe), es nuestra fidelidad a un elemento clásico y que muchos dan por sentado, pero que cuando no lo tienes a mano (como es mi caso), descubres lo especial que puede llegar a ser. Por eso, y por todo lo demás que describiré brevemente a continuación, hoy he decidido hablarles de un elemento muy singular de nuestra querida ciudad capital: El kiosco.

Sí, lo sé, claro que Caracas está lejos de ser la única ciudad con quioscos o la inventora del kiosco propiamente dicho, además, en toda Venezuela hay kioscos. De hecho, la palabra kiosco viene del vocablo francés kiosque, que a su vez viene del turco kioshk (cuyo significado es mirador), pero no puedo hablar de la fidelidad o la importancia del kiosco para los franceses porque desconozco qué tan fieles sean (más bien tienen fama de no serlo), pero ese es otro tema. Y como ya me estoy yendo por la tangente (no raro en mí), vuelvo al tema en cuestión, hoy les hablaré del kiosco.

Empecemos por el principio: 

Y ¿qué es un kiosco? Si nos vamos con la definición de la RAE en su segunda acepción, un kiosco es una "Construcción pequeña que se instala en la calle u otro lugar público para vender en ella periódicos, flores, etc.", pues sí, esa es la definición BÁSICA de un kiosco, pero en Caracas, un kiosco va mucho más allá de eso. 

PARÉNTESIS Y LA PREGUNTA DEL DÍA: 

Ajá, ¿es quiosco, kiosco, kiosko o quiosko? O, hablando coloquialmente, ¿cómo se escribe esa guarandinga? Resulta que aceptadas están dos grafías, así que ni se preocupen que no lo han estado escribiendo mal toda la vida: es quiosco o kiosco (a menos que lo escribas con "K" en el "KO" ahí si te rasparon).

Mi lugar favorito...

Sé que son miles los kioscos que tiene Caracas, pero solo puedo hablar de los que me son más cercanos. Y es que, volviendo al tema que nos trajo hasta aquí, uno es totalmente fiel a su kiosco. Eso de pararse a comprarle un chocolate a otro kiosquero es como montarle cachos al novio, no, no no, no... ¡Imperdonable! 

Además, los kioscos en Venezuela (al menos antes de que nos alcanzara el infortunio), no son (quiero y necesito pensar que siguen siéndolo) unos simples espacios de ventas de periódicos y revistas. ¡No, no, no! En un kiosco de Caracas usted consigue lo que necesite y lo que no también: ¿Pasta de dientes? Te lo tengo. ¿Afeitadora? Te lo tengo. ¿El New York Times? Te lo tengo. ¿Revista alemana de música ROCK en alemán? Te lo tengo. ¿Calculadora científica para el examen que tengo en media hora? Te lo tengo. ¿Una Coca-Cola bien fría? ¿Por quién me tomas? Diría José. Ya hablaré de José más adelante. 

Por todo esto y más, aquí les voy con algunas imágenes, detalles y curiosidades de algunos kioscos emblemáticos del sureste de la ciudad de los que fui asidua durante diversas etapas de mi vida. 

Kioscos de Manzanares:




Este es un dos por uno. De niña, mi mamá me daba 20Bs de los antiguos, nada de fuerte o soberano... (sí, ya recojo la cédula), y yo me gastaba hasta el último centavo en chucherías en esta dupleta (en realidad en el que está a la izquierda más que en el otro porque estaba mejor surtido.) Ahí conocí todas las chucherías que en mi infancia no había podido conocer: Me atiborré de Bip bip hasta que mi lengua no podía ponerse más morada, papas fritas Ruffles, cajitas de Nerds, chocolates Galak y un larguísimo etc. Hasta vendían pan cuadrado (y aquí lanzo de nuevo muy orgullosa mi cédula al piso) Puropan y Holsum. No olvidemos los álbumes de barajitas de cualquier mundial, serie animada o película, o grupo juvenil del momento. 

Kiosco Manza-este:

Este kiosco en realidad está antes de entrar a Manzanares, y existía antes de que crearan el inmenso centro comercial que ahora está a unos 50 metros. Este era parada obligada si ya habías salido y te acordaste tarde que olvidaste comprar algo. Este era algo así como el resuelve. 



El kiosco de Colinas de Bello Monte...

Este kiosco tiene su nombre, Genesis-Nitopi, siempre considerado como una salvación porque está un poco en medio de la nada y tiene (o tenía) de todo. Para mí, era el kiosco de emergencias de regreso cuando usaba esa ruta verde (entre muchas otras, porque siempre evitaba la autopista como la plaga). Para mí, es un oasis para los habitantes de Colinas. 



El de Cumbres...

Y llegamos al rey del pescao frito, mi kiosco, el mío (y de al menos un millón de personas más, pero no importa), el que sabe qué revista leo, cuántos litros de Coca-Cola consumo a la semana, cuál es mi chocolate favorito, qué caramelo prefiero, el que me conoció la revista de adolescente, el que hasta me vio una mañana en la portada del peródico y le avisó a mi papá, y un interminable etcétera, mí kiosco, el de otro millón de personas y el kiosco de José... Ahí me cansé de comprar barajitas para los mundiales. A mí nunca me daban para la caja, pero sí para 5 o 6 sobres al menos 2 veces por semana después de los respectivos ruegos a mi mamá. (Algo es algo). 



Los curumeños, y todos los que usan Cumbres de Curumo como vía de paso, aman (y amar se queda corto) el kiosco de José. Es que el kiosco de José tiene todo lo que un kiosco podría tener y mucho, mucho más. Y si algo te parece exagerado, no solo te lo tiene, sino que va más allá. No es extraño ver al menos 8 carros estacionados frente al kiosco durante todo el día. Es el kiosco de toda la vida de muchísima gente y de gran parte de mi familia también. 

 ¡Gracias, José!

Mi amigo el kiosquero:

Alguna vez leí en un libro sobre inmigrantes argentinos y sus experiencias al llegar a Venezuela, que en Argentina es muy frecuente ir al psicólogo, pero que en Venezuela la gente no acudía a un psicólogo porque sentían que si lo hacían los iban a catalogar de locos. La típica frase: "¿Para qué voy a ir al psicólogo? Ni que estuviera loc(a)" aplica aquí. Al argentino del libro esto le impactó, pero yo le diría que una de las razones por las que probablemente no vamos al psicológo es que todos tenemos a nuestro kiosquero de confianza. Piénsenlo, un confidente, un amigo al que acudimos a diario, que siempre está a la mano, es gratis (para las confidencias, claro está) y siempre está disponible en horario comercial. ¿Qué más podríamos pedir? 

Y para concluír, y porque el kiosco alberga en nuestro corazón un lugar muy especial, aquí les dejo una canción que me encanta del grupo venezolano Los Mentas que se llama (¿cómo no?) "El kiosco". 



En conclusión, uno es 100% fiel a su kiosco. ¿No les parece?

8 comentarios:

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  2. Tal cual, para mi los kioskos de manzanares y el de José son los que tienen un lugar especial en mi corazón ♥ infinitas veces caminé a los dos a comprar las chucherías, revistas, barajitas y un largo etcétera

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  3. Así, es, y como dice el amigo Bill, hasta el GPS, que sinecesitas una dirección hasta croquis te hace. 😜

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  4. Excelente post Yiyi! Me hiciste recordar a algunas personas que conoci en mis kioskos favoritos de Caracas. Que gente tan trabajadora!. Kioskos... Algo que definitivamente extraño y que me hace recordar momentos que para aquel entonces no me parecian nada del otro mundo pero hoy tienen un significado especial para mi.

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  5. Excelente post Yiyi! Me hiciste recordar a algunas personas que conoci en mis kioskos favoritos de Caracas. Que gente tan trabajadora!. Kioskos... Algo que definitivamente extraño y que me hace recordar momentos que para aquel entonces no me parecian nada del otro mundo pero hoy tienen un significado especial para mi.

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  6. Gracias, Iván. Yo también extraño elconcepto de kosco. Uno creería que los hay en todas partes, per no. Un abrazo!

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